Una hermosa mujer joven sale de la ducha, se envuelve en una toalla y le avisa a su marido que ya puede utilizar la ducha. Cuando él entra en la ducha suena el timbre de la puerta. La esposa le dice que ella abre, y baja a abrir la puerta envuelta en la toalla.
Cuando abre la puerta se encuentra a su vecino Bill, quien se queda boquiabierto ante la visión que se le ofrece. Entonces, él saca dos billetes nuevecitos de 100 dólares y le dice a ella que son suyos si deja caer la toalla hasta la cintura.
Ella piensa, "¿por qué no?", de modo que deja caer la toalla y coge el dinero. Bill jadea ante lo que ve; saca prontamente otros doscientos dólares y se los ofrece por dejar caer la toalla completamente. La mujer piensa que ya había llegado bastante lejos, así que no importaba, y deja caer la toalla al suelo. Bill la contempla un momento, le da las gracias y se va.
Cuando ella sube de nuevo, su marido que acababa de ducharse, le pregunta que quién había llamado a la puerta.
Ella contesta: "era simplemente Bill".
"¿Y ha traído los 400 dólares que me debe?", pregunta el marido.