No tiene precio

Luis se despierta en casa con una resaca monumental. Se esfuerza en abrir los ojos, y lo primero que ve es un par de aspirinas y un vaso de agua en la mesita de noche. Se sienta y ve su ropa toda bien limpia y planchada frente a él. Luis mira alrededor de la habitación y ve que todo está en perfecto orden y limpio. El resto de la casa está igual. Toma las aspirinas y ve una nota sobre la mesa:

Cariño, el desayuno está en la cocina, salí temprano para hacer unas compras. Te quiero.

Así que va a la cocina, y, como no, ahí estaba el desayuno y el periódico del día esperándole. Su hijo también está en la mesa, almorzando.

Luis le pregunta:

- Hijo, ¿qué pasó ayer por la noche?

Su hijo le contesta:

- Bien, pues volviste después de las 3 de la madrugada, borracho como una cuba y con delirios. Rompiste algunos muebles, vomitaste en el pasillo y te pusiste un ojo morado cuando te diste contra la puerta.

Confundido, Luis pregunta:

- ¿Y cómo es que todo está tan limpio y ordenado, y el desayuno esperándome en la mesa?

Su hijo contesta:

- ¡Ah... eso! Mamá te arrastró hacia el dormitorio y cuando intentaba sacarte los pantalones, tú gritaste: ¡Señora! ¡Déjeme en paz! ¡Soy un hombre casado!

Una resaca autoinducida: 100 euros
Mobiliario roto: 200 euros
Desayuno: 10 euros

Decir la palabra adecuada... ¡No tiene precio!!